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“La Aduana abrió espacios para convertir el sector en una oportunidad”

Cielo Támara | Cimu.com.co

La comunicadora social con título homologado en La Sorbona de París, Cielo Tamara, directora de la Corporación Luis Eduardo Nieto Arteta, recuerda que llegó por una especie de desvío a la gestión cultural.

 

Cielo Támara dice que llegó sin mucha experiencia a la gestión cultural. Hace más de 25 años, era funcionaria de la Cámara de Comercio de Barranquilla y tenía a su cargo la coordinación de proyectos especiales. En esa labor, apoyó la creación de la Fundación Zoológico de Barranquilla. Un día tuvo en su despacho el compromiso de ejecutar uno de los proyectos más ambiciosos en los que estaría involucrada: la Corporación Luis Eduardo Nieto Arteta (CLENA), una iniciativa conjunta entre la Gobernación del Atlántico, la Fundación Mario Santo Domingo, Fundecaribe y, por supuesto, la Cámara de Comercio.

Cuenta Támara que cuando le fue ofrecida la dirección ejecutiva de CLENA, aceptó con mucho miedo. “Era un nuevo reto profesional dirigir una entidad cultural que tenía tanta ambición social. Llegué a esta empresa sin experiencia de trabajo en procesos culturales. Pero supimos conformar un equipo con personas involucradas ciento por ciento con el sector, como Diego Marín Contreras, Luis Alarcón y luego Miguel Iriarte”.

Desde entonces, los ejes fundamentales de la Corporación han sido, por un lado, la recuperación, el cuidado y la conservación del complejo arquitectónico del antiguo edificio de la Aduana, y por otro, su proyección hacia la comunidad a través un proyecto cultural que brinde al público una agenda artística, educativa, científica y social.

Cuando ella empezó su labor con CLENA, se encontraba en un “sector deprimido”, en donde la inseguridad hacía que casi nadie tuviera confianza en él. Dice que “lo más importante es que hoy en día se mira este lado de recuperación urbana como una promesa para terminar de recuperar el Centro histórico”. Destaca que lugares como la Avenida del Río, el Gran Malecón, la Intendencia Fluvial, conectados por la vía 40 —en la que está la Aduana y se llega al Parque Cultural del Caribe— hayan sido recuperados. “Yo creo que la Aduana abrió espacios y caminos para convertir a todo el sector en una oportunidad de cambio para la ciudad”, concluye la también comunicadora social y magíster en desarrollo social de la Universidad del Norte, con título homologado en La Sorbona de París.

Gestión cultural

 A la Corporación la componen “cuatro pivotes importantísimos: conservación, Archivo Histórico, Biblioteca Piloto del Caribe y Biblioteca Infantil. Ahora se le adiciona el CIMU, el Centro Interactivo de Memoria Urbana que cuenta la historia del patrimonio arquitectónico que tenemos bajo nuestra administración”.

Dentro de estos espacios, como puede leerse en el enorme calendario impreso ubicado a un costado de la arcada del edificio, se realizan encuentros permanentes como los clubes de cine y de lectura, conciertos musicales en la Plaza (como los del más reciente NaviJazz & Rock, que hoy culmina), exposiciones en la galería de arte, recitales de poesía y música, y presentaciones de libros en el Auditorio Mario Santo Domingo.

Támara destaca que “lo más positivo del trabajo y la trayectoria de CLENA ha sido su equipo y su disposición para estar presente en todo”. Acerca de las dificultades de su oficio y la forma de sostenerse en más de 25 años de gestión continua, dice: “No es fácil manejar un proyecto de casi 20 mil metros cuadrados, de recuperación, mantenimiento y preservación. La parte económica es muy dura conseguirla. Por eso la Corporación ha venido fortaleciéndose en ejecución y operación de proyectos, que la empresa privada apoya con mucho ahínco. Todo esto nos da unos rendimientos que reinvertimos en el mismo proyecto cultural. Luego tenemos a los entes territoriales que nos han apoyado en la programación cultural, que ha sido asumida en gran medida por el Distrito y la Gobernación del departamento”.

Sobre la crisis que actualmente viven ciertos escenarios culturales de la ciudad, como el Teatro Amira de la Rosa, Bellas Artes o el Museo del Caribe, Támara afirma estar confiada en que va mejorar, que en el caso del Museo se están dando los cambios necesarios, y añade que “debe haber una articulación entre lo público y lo privado, donde ambos sectores propongan soluciones que se necesitan”.

Al evocar al filósofo, abogado e historiador barranquillero Luis Eduardo Nieto Arteta, que da nombre a la Corporación,  dice que “dio muchas luces sobre el papel que cumple la cultura en el desarrollo de las comunidades”, una frase que bien podría referirse a la gestión cultural que dirige desde 1993 en la Corporación.

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